El mural que debió ser: María Izquierdo

Un episodio representativo en la historia del muralismo mexicano (1920-1940) es la defensa del mural con la temática de la “historia y desarrollo de la Ciudad de México” por parte de la artista María Izquierdo contra el “monopolio muralista” representado por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en 1945. Este acontecimiento no solo arrojó luz sobre las dinámicas de poder dentro del movimiento muralista, sino que también reveló las tensiones entre tradición y modernidad, especialmente en relación con el papel de la mujer en el arte en México.

María Izquierdo (San Juan de los Lagos, Jalisco, 1902-1955) es una figura destacada en la escena artística mexicana del siglo XX que desafió las convenciones de su época al aventurarse en un territorio dominado principalmente por hombres. Su enfoque artístico único, que fusionaba elementos de la tradición mexicana y las técnicas del arte moderno, la estableció como una voz influyente en el panorama artístico nacional.

María Izquierdo, retrato. 1941. Colección Archivo Casasola – Fototeca Nacional, INAH.

Con una serie de incompresibles argumentos dados por Rivera y Siqueiros, el mural que nunca se concretó se convirtió en un momento crucial en la carrera de María Izquierdo y en la historia del arte mexicano. Si bien las razones exactas detrás de la detención del mural van desde la falta de experiencia hasta la incapacidad artística para realizar un proyecto como este dentro de un edificio gubernamental, es innegable que refleja las tensiones ideológicas y estilísticas dentro del movimiento muralista negado a la participación de las mujeres artistas.

Gracias a los diversos estudios del archivo personal de la artista, ahora resguardado por el Museo de Arte Moderno, se nos proporciona un testimonio invaluable que, a través de sus cartas, artículos publicados, borradores y bocetos, podemos vislumbrar su desconcierto al haber sido notificada sobre la decisión que los 225 metros que se le fueron asignados en la escalera monumental del Palacio de Gobierno de la Ciudad de México, no podrían ser intervenidos, en palabras de la artista en una carta dirigida a Javier Rojo Gómez, entonces gobernador del Distrito Federal:

“Considero que su decisión, es injusta, inexplicable, sin motivos fundados, y que daña seriamente mi prestigio artístico. […] Como protesta ineludible de mi personalidad y buen nombre artísticos, me marcharé de México, mi patria, para ir a otros países a hacer labor mexicanista ya que en mi propia tierra se me impide inexplicablemente el realizarla.”

(Arcq 2013)
Carta de María Izquierdo dirigida a Javier Rojo Gómez, 18 de diciembre de 1945, Archivo María Izquierdo, Museo de Arte Moderno.

Sin embargo, su legado perdura como un recordatorio de la valentía y la determinación de aquellos que desafían las normas establecidas y buscan expresarse a través del arte. El 8 de marzo 2021 como parte de una acción de reivindicación para María Izquierdo y de todas aquellas artistas silenciadas por los monopolios artísticos y académicos; un grupo de investigadoras, curadoras y artistas emitieron un llamado para que, basado en el boceto original, el mural viera la luz en la calle de Aldama 222, en el barrio de Jalatlaco, Oaxaca de Juárez.

Las mujeres que participaron en la acción artística en la ciudad de Oaxaca el 8 de marzo de 2021.

121 mujeres reconstruyeron la historia, tomando brochas y pinceles, donando insumos, procurando a las compañeras artistas, haciendo comunidad para que el mural pudiera terminarse en dos días. En 7 metros de alto y cuatro de ancho, “el mural que debió ser” por fin se consolidó siendo un testimonio vivo de la capacidad y sororidad de las mujeres para luchar incansablemente por una realidad más justa.

Este mural nos desafía a cuestionar nuestras percepciones preestablecidas y a reconocer la valiosa herencia de resistencia y perseverancia que nos legaron nuestras antecesoras. Es un recordatorio de que la lucha por la justicia y la igualdad no conoce género ni límites, y que juntas, como mujeres, podemos escribir un futuro más inclusivo.

El mural que debió ser, Dea López, Oaxaca.

Estas líneas son un tributo a todas aquellas mujeres creadoras cuyos nombres y contribuciones han sido pasados por alto. Este texto rinde homenaje a las muralistas cuya labor ha dejado una profunda huella en la historia, aunque sus nombres no hayan sido debidamente reconocidos.

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