Lo que no se nombra no existe. Primera Marcha del Orgullo Homosexual de México

La primera Marcha del Orgullo Homosexual de México marcó un hito significativo en la historia y la cultura del movimiento LGBTQ+. Surgiendo en un contexto de lucha por los derechos y la visibilidad de la comunidad, este evento emblemático reflejó la valentía y la determinación de aquellos que desafiaron la discriminación y la opresión. La exploración de esta marcha pionera permite comprender la trayectoria del movimiento por la diversidad sexual en México y su impacto en la sociedad reconociéndose como un símbolo de resistencia.

¿Por qué orgullo?

El término orgullo se ha arraigado en el ámbito político y social como una afirmación de dignidad, igualdad y autonomía para las personas LGBTQ+. Se utiliza para contrarrestar siglos de estigmatización, discriminación y marginación hacia esta comunidad. El orgullo representa la negación de la vergüenza impuesta históricamente a las identidades sexuales no normativas y la afirmación del derecho a existir y amar libremente.

Agustín Martínez Castro, sin título, junio de 1979.

Antecedentes

Los antecedentes históricos que llevaron a la organización de la primera Marcha del Orgullo Homosexual en la Ciudad de México se entrelazan con un contexto social y político marcado por la opresión y la invisibilización de la comunidad LGBTQ+. En décadas anteriores, la homosexualidad era estigmatizada y criminalizada, relegando a las personas LGBTQ+ a las sombras de la sociedad.

Sin embargo, a partir de los años 60 y 70, se observaron movimientos de liberación sexual y una creciente conciencia sobre los derechos civiles y humanos. Estos cambios sociales influyeron en la emergencia de grupos activistas en México que comenzaron a demandar igualdad y reconocimiento los cuales sentaron las bases para llevar a cabo la fundación de organizaciones como el Frente de Liberación Homosexual (FLH) en 1971 y en 1978 el surgimiento del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y del Grupo Lambda de Liberación Homosexual, entre otros.

La primera aparición de un contingente abiertamente homosexual hizo eco en la marcha organizada por el veinticinco aniversario de la Revolución Cubana el 26 de julio de 1978, en donde un grupo aproximado de 30 personas asistieron y se identificaron como parte del FLH. Meses después, como parte de las conmemoraciones del décimo aniversario del 2 de octubre de 1968, nuevamente se presenta un contingente representativo de la diversidad sexual encabezado por el FHAR uniéndose el Grupo Lambda de Liberación Homosexual y el Grupo Autónomo de Lesbianas Oikabeth.

Primer contingente homosexuales, lesbianas y aliados, 26 de julio de 1978.

Durante los meses siguientes a ese 2 octubre del 1978, nacieron espacios de encuentro y debate en torno a la diversidad sexual, como bares y centros culturales, contribuyendo a la visibilidad de la comunidad LGBTQ+ y fomentando la solidaridad entre sus miembros. Además, el contexto internacional, con los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos y la efervescencia del movimiento feminista, inspiraron a activistas mexicanos a alzar la voz contra la discriminación y la violencia hacia las personas LGBTQ+.

¡No hay libertad política si no hay libertad sexual!

Estos movimientos sentaron las bases para que el 29 de junio de 1979 tuviera lugar la primera Marcha del Orgullo Homosexual de México, conmemorando el décimo aniversario de los disturbios de Stonewall en Nueva York, considerados el punto de inflexión del movimiento LGBTQ+.

Cartel de la primera gran marcha del orgullo homosexual, 29 de junio de 1979.

Esta primera manifestación partió desde el Monumento a los Niños Héroes en Chapultepec y recorrió el Paseo de la Reforma hasta llegar al Ángel de la Independencia. Aproximadamente una decena de personas participaron entre los que se encontraban activistas, miembros de la comunidad LGBTQ+, así como simpatizantes y aliados, siendo un evento que desafiaba abiertamente la invisibilidad y la discriminación hacia las minorías sexuales en México.

Pancarta del Partido Revolucionario de los Trabajadores, 29 de junio de 1979.

Este evento marcó el inicio de una tradición de visibilización y activismo que ha continuado hasta el día de hoy, desafiando el estigma y reclamando espacios públicos para la expresión y la protesta. La marcha se convirtió en un símbolo de resistencia y empoderamiento para la diversidad sexual en el país, además, sirvió como catalizador para la organización de movimientos y agrupaciones que continuaron abogando por la igualdad de derechos y la inclusión social de las personas LGBT+ en México.

Aquel día, el ambiente estaba cargado de una mezcla de tensión y esperanza, la multitud avanzaba compartiendo la convicción de estar haciendo historia. Las calles se llenaron de pancartas, mientras los manifestantes coreaban con fuerza sus consignas: ¡No hay libertad política si no hay libertad sexual! Las voces se unían en un solo clamor, exigiendo un cambio profundo y verdadero. ¡Por un socialismo sin sexismo! resonaba en las calles de la capital mexicana. Entre miradas de determinación, todos sabían que su lucha era por la libertad de todos. ¡Nadie es libre hasta que todos seamos libres!

Memoria histórica de la diversidad sexual

Agustín Martínez Castro (Veracruz, 1950 – Acapulco, 1992), fue un artista mexicano que desempeñó un papel crucial en la documentación de las primeras marchas del orgullo en México. Su registro fotográfico documentó la valentía de aquellos primeros manifestantes que, en una sociedad predominantemente conservadora, se atrevieron a reclamar espacios y derechos fundamentales.

Agustín Martínez Castro, Polette y Gerardo Ortega (La Mema), junio de 1980.

Estas fotografías son, en sí mismas, testimonio visual y documental de un momento de cambio y lucha, aportando un invaluable registro histórico que permite entender la magnitud y el impacto de las marchas en la historia de los derechos LGBT+ en México.

Además de registrar las marchas, el trabajo de Agustín Martínez Castro se extiende a la vida nocturna, la organización y la conformación de agrupaciones de la diversidad sexual en México durante las décadas subsiguientes. Su lente ofrece una mirada íntima a los espacios de reunión, festividades y cotidianidad de la comunidad LGBT+, destacando su resistencia y alegría, su lucha contra el estigma y la discriminación, especialmente en el contexto de la crisis del sida en la década de los ochenta.

Agustín Martínez Castro, A la hora del gane de la serie Noche de reinas en el Spartacus, 1988.

El testimonio visual de Agustín Martínez no solo documenta una historia de lucha y perseverancia, sino que también actúa como una herramienta de concientización y memoria colectiva, fundamental para el entendimiento y la aceptación de la diversidad sexual en el México contemporáneo.

Agustín Martínez Castro, sin título, sin fecha.

El activismo LGBT+ continúa siendo esencial en la búsqueda incesante de igualdad y justicia social, no solo en México, sino en todo el mundo. En un contexto global donde aún persisten la discriminación y la violencia hacia la diversidad sexual, la visibilidad y el reconocimiento de estas luchas son cruciales para la construcción de sociedades más inclusivas y equitativas. Así, el activismo LGBT+ sigue siendo un pilar fundamental para avanzar hacia un futuro donde se puedan vivir con dignidad y respeto.

🌈 ¡Diversidad sexual, dignidad y respeto para todas, todos y todes! 🌈