Conservar las tradiciones

A lo largo de 51 años las fiestas decembrinas se han convertido en el reflejo de los valores humanos que forman parte de la misión y visión del Infonavit. Por lo que, el Espacio Cultural Infonavit emprendió una importante búsqueda en los acervos históricos de la Biblioteca Infonavit para rastrear y compartir las distintas tradiciones y actividades que las y los trabajadores del instituto han implementado durante este tiempo.

El 18 de diciembre de 1974 la revista Informavit publicó en el número 16 un collage de fotografías donde trabajadores del Infonavit muestran los arcones navideños que habían ganado en la rifa que daba inicio a las fiestas decembrinas dentro del instituto; además de ser la primera vez que se publicaba, en dicho órgano infamativo interno, una actividad con relación a dichas fiestas.

Portada de *Informavit* 16, Primera época, 16 de diciembre de 1974.

Organización de pastorelas, montaje de nacimientos y árboles, concursos de cuentos navideños, publicación de villancicos y fragmentos de cuentos de temporada, venta de juguetes, posadas y conciertos son tan solo algunas de las actividades que se pudieron localizar en esta exploración histórica que permite entrever por qué las fiestas decembrinas cobran tanta relevancia. El final de un ciclo y el comienzo de uno nuevo permite reflexionar sobre todos los logros que se han completado al interior del Infonavit, pero también es un momento para poner nueva metas y propósitos para continuar trabajando.

Fotografías y carteles de diversas actividades realizadas al interior del Infonavit como parte de las fiestas decembrinas.

Un hecho recurrente en Informavit, es la selección y publicación de fragmentos de la novela Navidad en las montañas del autor mexicano Manuel Altamirano. Dicha obra captura y narra las peculiares tradiciones y vivencias de un poblado que vive las fiestas en el siglo XIX. En Transeúnte, queremos retomar esta importante tradición compartiendo un fragmento del citado cuento:

Eran las posadas con sus inocentes placeres y con su devoción mundana y bulliciosa; era la cena de Navidad con sus manjares tradicionales y con sus sabrosas golosinas; era México, en fin, con su gente cantadora y entusiasmada que hormiguea esa noche en las calles corriendo gallo; con su plaza de armas llena de puestos de dulce, con sus portales resplandecientes; con sus dulcerías francesas que muestran en los aparadores iluminados con gas un mundo de juguetes y de confituras preciosas; eran los suntuosos palacios derramando por sus ventanas torrentes de luz y de armonía. Era una fiesta que aún me causaba vértigo (Altamirano, 1975).